jueves, 26 de julio de 2007

TE ESCRIBO

Dentro
de tu silencio
que se hace mío,
quiero escribir
para decir o
más bien decirme,
que te extraño
sin olvido.

A ratos,
escribo para menguar
ese apego a la vida,
que estropea
el nacimiento instintivo,
que da la pausa
a mi caminar en distancia,
a mis lágrimas que se niegan
lloverse sobre mi piel desnuda,
cascada,
ruborizada,
desahuciada,
de saber que hoy te necesito.

Necesitar el azul
de tu cielo,
el silencio tuyo,
que subyuga
mi lapicera lunática,
que desmorona
de sueños de amanceres,
en una experiencia poética.

Veo en el hoy
que la vida pareciera ser
un pretexto para escribir poesía,
o sólo
vivirla poéticamente,
para tratar de vivir contigo
en mis escritos.

Sin embargo
te escribo,
para no olvidar que escaseas
en esas vertientes
que alimentan
a mi mar
de luciérnagas marchitas.

Te escribo,
te leo en las voces profundas
que ensordecen mis sentidos,
cuando trato de buscarte
en mis letras y
espacios vacios.

Creo encontrarte
pero desvaneces
en la nebulosa arpía,
se que lo único
que me queda
es sentirte viva,
y para eso
te escribo.

Alihuen

Tropiezo con un sabio

Entonces nos encontramos un día
curiosa aparición de carácter lúdico
deambulando entre bazares de Afrodita,
encapuchado con tu alma de marino romántico.

Fue el vino enjaulado en leña añosa,
y las damas con sus piernas suaves
que te embriagaron y te hicieron poeta lunático,
nutriendo tu sangre de un vocablo amoroso.

Valeroso vertiente de sonetos,
llevas contigo el áurea magna
de quienes reparten su alegría de vivir.
Minucioso para derramar tu tinta
sobre hojas plausibles de vigor,
una saga de letras elocuentes
escritas en el idioma de la magia.

Por eso te quiero amigo,
y me enorgullezco de tu presencia.
Porque proyectas sin mirar la luz profética
de la creatividad sin límites
y amancebas las muñecas de los perdidos
para que suelten gritos de belleza narrativa


Bruno Chiuminatto
(Dic. 2002)