…diez de la mañana y no parte la comandancia. A ratos el capitán grita; prendan las máquinas, suelten las amarras. Llegan entonces, diferentes personajes al puerto del bar de la comandancia. Encallado en el fondo de esos asientos engrasados, muero embelezado de bártulos barrocos de otras batallas, es el oasis cadavérico, de miradas de azulejos que tapizan la cicatrizada muralla.
... como un arrebato de gargantas agrietadas, ruge el capitán gaviota; vamos mis guaitecas, que hemos abierto temprano, para emprender la más difícil batalla, tratar que las sangrías pasadas, no nos impidan llegar por la ventolina denunciante, al puerto de nuestras vidas.
Francisco Mimiça
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